Palabras de Sabiduría

“… las personas que se dedican a emprendimientos que tienen como objetivo un gran público, deben tener la sensibilidad de captar los cambios de la época, si no lo hacen, no lograrán acompañar el avance de los tiempos.”

ORACIÓN PARA VISUALIZAR LA GRAN ARMONÍA ENTRE LA NATURALEZA Y LOS SERES HUMANOS

En la Imagen Verdadera del mundo creado por Dios, Naturaleza y seres humanos están siempre en armonía como un solo ser. La Naturaleza mantiene y sustenta a los seres humanos, les ofrece los medios para expresarse y les da alegría. Los seres humanos son agradecidos por eso, aman la Naturaleza, le ofrecen nutrientes y la cultivan, tornándola abundante. No hay brecha ni roce entre ellos, ni existe ninguna distinción o diferencia entre ambos.

El cuerpo físico que fue concedido a los seres humanos para su auto expresión es hecho de la misma composición material de la Naturaleza, la cual nos rodea. Así, los seres humanos obtienen oxigeno de la Naturaleza y lo transforman en energía, beben agua y la transforman en aceite lubricante para sí mismos, y asimilan alimentos para mantener sus cuerpos físicos en condiciones de crecer. Bendecidos son aquellos que pueden visualizar la sabiduría, el amor y la Vida de Dios en ese fluir del mundo material, dentro de la circulación de moléculas y átomos. Cosas materiales son los resultados; Dios es la fuente. Dios ve la Imagen Verdadera de todos los seres en perfecta y completa armonía, sustentándose unos a otros, y declara ser “muy bueno”.

No ver la Imagen Verdadera, y mirar al “individuo” como realidad y centro o foco del mundo, es ilusión. Cuando los seres humanos ven apenas “la pérdida o la ganancia individual”, pierden la visión de la Gran Armonía entre ellos y la Naturaleza. Es un error que los seres humanos observen las deficiencias e inadecuaciones de la Naturaleza, considerándola como un obstáculo, intentan colocarla bajo su control, y alteran su composición, con el fin de usarla para su propio beneficio. Mirar una parte de la Naturaleza como algo hostil y destructor es vergonzoso. Al hacer eso, los seres humanos pierden su sentido de unidad con la Naturaleza y causan la disminución de las bendiciones provenientes de ella -- entre las cuales se incluye la fuerza de auto cura -- y hasta pierden la razón de vivir.

Si los seres humanos piensan que la Naturaleza es una enemiga o algo hostil, como reflejo de la mente en ilusión, aparecen, entonces, condiciones en la Naturaleza por haber sido tratada o considerada hostil. Aunque los seres humanos puedan devastar montañas, talar bosques, represar ríos, llenar lagos y océanos, para buscar solo la propia prosperidad, esos hechos no son la voluntad de Dios. Eso es un trabajo creativo equivocado, que no se refleja en el mundo de la Imagen Verdadera que Dios declara ser “muy buena”. Siempre llegará la hora en que aquello que no es la Imagen Verdadera encuentre la destrucción y la ruina. Es el colapso de aquello que es falso, y la desintegración y autodestrucción del carma.

Sin embargo, no debemos considerar ese hecho como “ira de Dios”. No debemos mirar al tsunami (N. de T.: ola gigante) moviéndose a una velocidad incomprensible, destruyendo vastas áreas agrícolas, llevándose todo lo que encuentra a su paso, y pensar que es acción de Dios, lleno de ira y rabia. Dios no destruye montañas, ni eleva el nivel de los mares. El no transforma playas en tierras agrícolas. El no construye fábricas. El no construye aeropuertos o áreas para investigaciones nucleares. Esos son actos de los seres humanos que piensan en sus propios lucros y beneficios, sin considerar la extinción de las especies de plantas y animales. Terremotos que llegan a las islas Japonesas y a las áreas de dentro y alrededor de Nueva Zelanda son parte de los cambios de la corteza terrestre, que ocurren repetidamente desde remotas épocas, y no son, definitivamente, condiciones anómalas. Así parecen debido a la estrecha visión de los seres humanos, a la línea de tiempo de su pensamiento por ser tan corta y por ser tan centrados en sí mismos.

No es posible que los seres humanos prosperen y vivan de forma eternamente abundante, mientras conduzcan muchas vidas a la extinción y destrucción del sistema existente en la Naturaleza que sustenta y da. La composición del mundo de la Gran Armonía es hecha de tal forma que todas las especies de plantas y animales florecen solamente cuando ayudan, suplen, complementan y dan recíprocamente. Cuando los seres humanos no reconocen o no comprenden eso, y, al contrario, piensan en las otras formas de vida como “herramientas” o “enemigos”, o aún, hasta como un “obstáculo”, están cambiando un mundo que en su esencia es estable, por un mundo inestable. Los seres humanos necesitan aprender con ese “trabajo creativo equivocado”.

Un gran terremoto no es la “ira de Dios”; es una “lección de la Diosa de la Misericordia y de la Salvación”. Solamente cuando no la tenemos más, es que concientizamos cuantas bendiciones la Naturaleza nos ha dado. Estamos aprendiendo que no importa cuántas estructuras artificiales, hechas por los hombres --campos, puertos, calles, líneas de alta tensión, conexiones de Internet-- hayamos construido, si ignoramos o rechazamos la energía y la estructura expansiva y bella de la Naturaleza y cometemos el tonto error de irrespetarla y violarla, la vida en el mundo civilizado será destruida instantáneamente. La Diosa de la Misericordia y de la Salvación, que es nuestra naturaleza verdadera, está enseñándonos, seres humanos, “Sean más humildes”, “Concientícense que ustedes son parte de la Naturaleza”, “Restauren el yo que es uno con la Naturaleza”.

No piensen en los desafortunados que fueron víctimas del desastre como seres alcanzados por la “ira de Dios”. Dios es el Creador de la Tierra Pura de la Imagen Verdadera, perfecta y armoniosa, por lo tanto, no hay razón para Él “tener rabia”. Cuando la humanidad no consigue despertar de su profunda ilusión y no es posible interrumpir el calentamiento global y el cambio climático, resultante de la continua destrucción de la Naturaleza, es necesario que algo o alguien sea el catalizador para despertar a las personas de su sueño. Los artistas que continúan creando su obra de arte, confiados en su adicción a las drogas, son incapaces de reconocer las fallas en su trabajo. Y cuando aparece alguien que dice, enfáticamente, “Esta obra está equivocada!”. Cuando ese grito de la “Voz del Dios interior” no alcanza a muchas personas, aunque una o dos continúen gritando, se hace necesario que un grupo se una en coro para llamar la atención al acto – para decir “Esta obra necesita ser reescrita; ella necesita ser hecha de nuevo!” Aquellos que expresaron su tristeza con los desastres del mundo fenoménico tienen un papel muy precioso y noble. Esas personas, de hecho, son nuestra conciencia, son los portavoces de la verdadera naturaleza del Hijo de Dios. Ellas son las Diosas de la Misericordia y de la Salvación.

Con humildad, ahora, oímos las preciosas enseñanzas de la Diosa de la Misericordia y de la Salvación, y expresamos nuestra sincera gratitud y aprecio. Con nueva resolución, procederemos en dirección a la Imagen Verdadera del mundo creado por Dios. Dios, muchas gracias.

por Masanobu Taniguchi, Supremo Presidente de Seicho-No-Ie

de Seicho-No-Ie President

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La Sagrada búsqueda y la peregrinación

De este modo, la humanidad inicia la sagrada búsqueda de Dios y la peregrinación para ir a Su encuentro. Algunos Lo descubren en el budismo, con el nombre de buda; otros en los actos de caridad y en el amor al prójimo, con el nombre de misericordia; otros Lo descubren en la iglesia e intentan entrar en contacto con Él por medio de oraciones hechas en ese recinto. En tanto, existen sectas religiosas en que la fe en Dios o en Buda se distorsiona debido a la influencia de la mente estrecha, exclusivista y dominadora de algunos padres, pastores o monjes que intimidan a los adeptos con palabras tales como: "Si abandonan esta iglesia (o este templo) podrán sucederles terribles desgracias como castigo de Dios (o Buda)". Así, los adeptos de esas sectas, en lugar de encontrar al Dios verdadero, son aprisionados por un "Dios amenazador" y terminan perdiendo la libertad. El Dios verdadero jamás intimida al hombre con amenazas y castigos. Si la persona cree en el castigo o en la venganza de Dios, es porque escogió mal el camino en la búsqueda de Dios.

(Taniguchi, Masaharu; Vivir Junto con Dios, Pág. 47).

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