A los Profesores
El hombre nació para ser feliz a sus semejantes, y no para conquistar status, fama, riqueza o admiración. En realidad el hombre no es materia ni se valoriza con tales accesorios, que no son existencias verdaderas. Cuando el hombre da todo de sí a sus semejantes es que se manifiesta el valor verdadero. La verdadera fe consiste en la total entrega de sí mismo; y “predicar el camino” es trabajar con total desprendimiento.
La Verdadera alegría surge cuando hay una entrega total. La verdadera “jornada de la vida del ser humano” es la jornada de total donación de sí mismo. Es el vivir en que la persona no realiza ni obtiene nada para sí mismo, sino que da todo de sí en beneficio de los semejantes, en una actitud de total desprendimiento. Cuando vivimos de este modo, nos tornamos libres de las impurezas y comenzamos a irradiar la luz que nos es inherente, de la misma forma que una piedra preciosa, después de haber sido pulida, comienza a brillar intensamente después de eliminar las impurezas a través del pulimento. Manifestar la “luz que nos es inherente” constituye nuestra verdadera alegría, en eso consiste el valor infinito. Una alegría inmortal, que brota del fondo del alma y no una alegría falsa, que brilla apenas superficialmente, así es la alegría de los practicantes de Seicho-No-Ie.
Seicho Taniguchi