Palabras de Sabiduría

“… las personas que se dedican a emprendimientos que tienen como objetivo un gran público, deben tener la sensibilidad de captar los cambios de la época, si no lo hacen, no lograrán acompañar el avance de los tiempos.”


LO QUE LOS PADRES ESPERAN DE LOS HIJOS

Yo Tengo hijos por eso soy feliz,

Tengo en mis manos Vidas preciosas

Para cuidar, dádivas de Dios.

Padres e hijos, compañeros por la vida. Ni guías, ni maestros y mucho menos dueños.

Padres e hijos, el mayor y más lindo encuentro de la vida. Cómplices y amigos para aprender y crecer cada uno en su individualidad, con la certeza de que es definitivo solamente el amor que los une.

Cuanto amor existe en el corazón de un padre y de una madre. A pesar de tanto cariño y voluntad de dar lo mejor a los hijos, en educación y afecto, algunas veces se termina creando individuos llenos de frustraciones, miedo, culpa e impotencia ante las dificultades normales del día a día.

Familia saludable es aquella donde los padres e hijos se sienten personas que son amadas y comprendidas simplemente por existir. Los padres reciben a los hijos como tesoros que la Vida de Dios concibe para que tengan oportunidades de aprender enseñando a través de la renovación, es decir, entendiendo que siempre existe el gran momento de descubrir su verdadera misión: ser padres en el sentido de amar y orientar. El tiempo en que los padres eran dueños de la verdad ya pasó.

Desde hace algún tiempo, percibimos que la humanidad comenzó a comprender que solo será feliz con cooperación y respeto a la individualidad, sin conflictos de generaciones o competiciones entre sí. Por eso no tiene sentido que los hijos culpen a sus padres por su infelicidad, y los padres responsabilicen a los hijos por los sueños no realizados. Cada persona, sea ella nuestro hijo, pareja, padres o vecinos, nos trae crecimiento en la convivencia. La capacidad y la responsabilidad por la realización personal, cada uno la trae dentro de sí. No hagamos a nuestros hijos responsables por nuestras dificultades y frustraciones, ni culpar a nuestros padres por la manera que nos educaron. Si no fue la educación ideal, debemos comprender que fue lo mejor que ellos pudieron hacer. Los padres transmiten a los hijos lo que aprendieron y vivenciaron con sus padres.

Nuestros hijos nos recuerdan lo que fuimos o sentimos un día, y nos invitan a reaprender a vivir y a hacer los cambios necesarios para que encontremos el camino de la realización afectiva.

Muchos padres hacen todo por el niño para sentirse útiles. A medida que el hijo crece, se sienten inútiles, solos y resentidos cuando son poco solicitados, pues esos padres tienen la ilusión de que los hijos pueden y deben llenar la sensación de vacío y soledad, que la mente de ellos mismos creó con el egoísmo de dar amor para recibir atención un día.

Los hijos crecen, envejecen y si esos padres no construyeron una vida para aceptar el ciclo natural de la vida, viene la amargura, la frustración por los sueños no realizados. Retener a los hijos a través de la dependencia no es querer ser amado verdaderamente. Es ser egoísta.

Armonía perfecta no es aquella en que no existen diferentes pensamientos entre los familiares, sino cuando, a través de los impases, cada uno reflexiona sobre su propia misión que trae dentro de sí, y así, respeta, ama y percibe el deber que todos tienen para que el otro sea feliz.

Padres e hijos maravillosos sienten amor unos por otros. Pero si son impacientes con su familia, no se sientan culpables. También tenemos nuestras tensiones en el día a día en relación con otras personas. Lo que no debemos dejar que ocurra es la actitud destructiva en los momentos de rabia e impaciencia. Con oración y amor todo se normaliza y equilibra.

Cuando los padres crean muchas expectativas para sí, pasan a exigirle mucho al niño, esperando que sobresalga en todo lo que hace. El hijo queda con la misión de ser como una maravillosa tarjeta de presentación, donde él será la esperanza para alcanzar los logros que los propios padres no lograron.

Vemos en los hijos cosas que muchas veces no nos gustaron en nosotros mismos, y eso puede causar dificultades en las relaciones. Comprender que somos espejo uno del otro ya es un paso para un diálogo constructivo. Sería maravilloso que todo ser humano naciese fenoménicamente sin anhelos, dificultades o conflictos, pero sabemos que eso no es posible, es decir, en el desarrollo y crecimiento del ser humano, necesitamos pasar por dificultades típicas a cada fase y condición de vida, que son superadas normalmente, cuando existe amor, respeto y comprensión.

En una familia no existe “el mayor”, ni “el menor”. No existe esta hija o este hijo. Existen hijos de Dios con derecho de vivir de acuerdo con su vocación y evolución, con deberes y derechos iguales.

Ser adolescente no es afrontar barbaridades, dejar a los padres con los cabellos blancos o calvos, ni embarcarse en el mundo del placer sexual y de las drogas. Ser adolescente es pasar por el período de transición de niño a adulto. La adolescencia es la época de nuevas ideas e ideales, de sueños y proyectos. Cuando padres e hijos aceptan que cada generación ve la vida desde determinado ángulo, tendrán juntos la oportunidad de una convivencia enriquecida por los descubrimientos, reflexiones y entendimientos.

Niños y adolescentes son muy sensibles y captan cuando los padres dicen si, queriendo decir no. Los llamados hijos problemáticos, vienen de padres que inconscientemente se enorgullecen de sus “proezas”, a pesar de las peleas y castigos. Son normalmente padres que creen que en la vida tienen que sacarle ventaja a todo. Por otro lado existen niños que solo hacen lo que los padres les dicen. Son hijos de padres que normalmente se someten a las órdenes de los demás, aun cuando no quieran ser pasivos y sumisos.

Formamos nuestra visión del mundo, con nuestras propias experiencias más la filosofía de vida de nuestros padres, la manera como ellos enfrentaron la vida es el mayor y más importante factor en la forma como nosotros enfrentamos la vida. Si la pareja tiene algún problema, deben resolver todo entre sí y nunca hacer de los hijos objetivos de disputas o papel de intermediario. Ese tipo de comportamiento de los padres deja profundas inseguridades en el hijo.

Los mensajes están compuestos por palabras, postura, expresión y actos. Esperar que el hijo no fume cuando los padres están constantemente con el cigarrillo en la boca es la misma cosa que decir: haga lo que yo le diga, pero no haga lo que yo hago. Nuestros actos tienen mucha más fuerza que nuestras palabras.

Negar las dificultades o huir de los problemas no hace que ellos desparezcan. Reconocerlos y colocarlos como temas de conversaciones comprensivas, ayudan a atravesar los momentos difíciles. El Prof. MASAHARU TANIGUCHI nos orienta que la acción y la oración deben caminar paralelos en todos nuestros momentos, para que el Amor y la Sabiduría se manifiesten en el paso del problema a la solución.

Todos tenemos fluctuaciones en la vida, es decir, no logramos estar siempre con el mismo optimismo, el mismo buen humor. Como padres, no debemos tener el sentimiento de que hicimos todo como: leer buenos libros, escuchar conferencias y todo lo que estaba a nuestro alcance para crear hijos sin problemas. La vida es una escuela en la que aparecen problemas cuya solución se da por medio del aprendizaje. Lo maravilloso de ser padres es lograr aceptar que todos somos competentes en el amor.

Elogie siempre, pues cosechamos lo que plantamos. El elogio que los padres esperan de los hijos viene con el sentimiento de amor, reconociendo la retribución, cuando elogiamos hasta en los momentos de error, comprendiendo que era grande el deseo de acertar.

Muchos de nosotros tenemos dificultades en aceptar a nuestros padres como son. Queremos transformar al padre callado en parlanchín, o, la madre tímida en sociable. Necesitamos aprender a aceptar a las personas de la forma en que ellas son.

Los hijos deben aceptar que, a pesar de que la mayor parte del tiempo están incluidos en la vida de sus padres, en ocasiones no lo están pues los padres pueden salir en la noche o viajar solos. De la misma forma, los padres necesitan aceptar que en ocasiones están excluidos de la vida de los hijos: la hija tiene una agenda secreta, el hijo quiere acampar con los amigos. A pesar de ser padres e hijos, son seres humanos que necesitan de momentos exclusivos para sí, y si ambas partes aceptan la exclusión en algunas ocasiones, respetando inclusive el no querer contar determinados hechos, eso hará la convivencia saludable y maravillosa.

Las preguntas que los hijos hacen para que los padres reflexionen y reevalúen los límites y las prohibiciones son siempre bienvenidas. Debemos siempre recordar que las fiestas de hoy comienzan y terminan más tarde que las fiestas de algunos años atrás. Esto es solamente una manera para que se perciba que muchas cosas cambiaron. Los medios de comunicación están allí, y corresponde a los padres orientar con amor y sabiduría a los hijos, explicando que determinadas cosas no cambian nunca y otras cambian a cada instante. Educación, honestidad, respeto y amor no cambian nunca. El leguaje de los jóvenes, el baile, la música y ropa, cambian siempre.

Las formas de ayudarse en la comunicación entre padres e hijos no son fórmulas mágicas que resuelvan todos los problemas familiares y sociales. Son sugerencias que contribuyen a tratar con las situaciones del día a día, con mirada de entendimiento, para que todo sea vivido del modo más constructivo posible.

Toda relación depende de nuestra capacidad de respetar a responder al otro a partir de su punto de vista y no solo desde nuestro punto de vista. Cuando nos comunicamos con el verdadero sentimiento de que yo y el otro somos uno solo, todo diálogo, todo afecto, todo intento traerá riquezas a nuestra relación.

El reflejo de los sentimientos es la principal forma de facilitar la comprensión. Es un modo de entrar en sintonía con el mundo interior de la persona, con el sentimiento de unidad y así expresar aceptación y comprensión. Suceden situaciones en que la persona disfraza sentimientos importantes, a través de una “fachada”. Dicen una cosa cuando están sintiendo otra completamente diferente. Por ejemplo: Mamá, no me agradas; el mensaje es: Mamá, quiéreme, elógiame. Cuando logramos captar el verdadero mensaje y responder a los sentimientos escondidos, enviamos al hijo cariño y comprensión.

Tenemos vergüenza de cosas que vivimos durante nuestra vida, por creerlas erradas. Con miedo de expresar esas cosas horribles, imaginamos que seremos menospreciados. Si aprendemos a confiar uno en el otro como padres e hijos, sin críticas o juicios, seremos fortalecidos a compartir siempre de las cosas profundas, hasta lograr mirar sin miedo o vergüenza, comprendiendo que todo hace parte del crecimiento del hombre para la manifestación de la Imagen Verdadera.

El amor es bello y, cuando es demostrado, hace que la persona se sienta liberada de sentimientos profundos y difíciles, abriendo el camino para los cambios necesarios.

Para todo hay tiempo. Lo mejor es que todo suceda a su debido tiempo, naturalmente, entre padres e hijos.

REUNIÓN DE ESTUDIOS PARA MADRES, 3ª Edición

Asociación Paloma Blanca de Seicho-No-Ie de Brasil, Pág. 27

DE TU INTERÉS ...

.

.

.

.

La Sagrada búsqueda y la peregrinación

De este modo, la humanidad inicia la sagrada búsqueda de Dios y la peregrinación para ir a Su encuentro. Algunos Lo descubren en el budismo, con el nombre de buda; otros en los actos de caridad y en el amor al prójimo, con el nombre de misericordia; otros Lo descubren en la iglesia e intentan entrar en contacto con Él por medio de oraciones hechas en ese recinto. En tanto, existen sectas religiosas en que la fe en Dios o en Buda se distorsiona debido a la influencia de la mente estrecha, exclusivista y dominadora de algunos padres, pastores o monjes que intimidan a los adeptos con palabras tales como: "Si abandonan esta iglesia (o este templo) podrán sucederles terribles desgracias como castigo de Dios (o Buda)". Así, los adeptos de esas sectas, en lugar de encontrar al Dios verdadero, son aprisionados por un "Dios amenazador" y terminan perdiendo la libertad. El Dios verdadero jamás intimida al hombre con amenazas y castigos. Si la persona cree en el castigo o en la venganza de Dios, es porque escogió mal el camino en la búsqueda de Dios.

(Taniguchi, Masaharu; Vivir Junto con Dios, Pág. 47).

Contador web

Contactos

Palmira
Calle 30 No. 17-51
Tel 2725393
seicho_no_ie_colombia@hotmail.com

Ibagué
Lelly Arias
Cra. 9 # 29-89
La granja
telf. 2689671

Cali
Tel 2725393 Palmira
seicho_no_ie_colombia@hotmail.com