
El amor no es algo creado por el hombre. Ciertas emociones que las personas llaman amor no dejan de ser apego disfrazado de amor. El amor verdadero es el “florecimiento” del amor de Dios en el corazón del ser humano. El amor verdadero no hace a la persona querer atraer para si todo lo que desea. Sin embargo, es la fuerza magnética más poderosa que existe. Así como la luz del Sol, el amor verdadero ilumina a todas las personas. Los rayos solares, incidiendo sobre la superficie de la tierra, calienta todo y hasta derrite témpanos, los cuales se transforman en vapor de agua, que sube hacia lo alto. El Sol proporciona calor por eso logra hacer que los océanos, ríos y lagos formen vapores de agua. La fuerza del amor es como la luz solar. Quien desea obtener algo sin ofrecer amor es una persona egoísta y, justo por ser así, no logra atraer buenas cosas para sí. Nuevamente citando como ejemplo el Sol, èl calienta la Tierra y propicia la formación de vapor de agua, el cual, subiendo hacia la atmósfera, se condensa y retorna a la superficie de la Tierra bajo la forma de precipitación de lluvia. Es un dar y recibir incesante. Si el Sol deja de proporcionar calor, la Tierra quedará cubierta por hielo y todas las formas de vida se extinguirán. Así como la luz solar, el amor es esencial para nuestra vida. El amor vivifica, ilumina y bendice a todos los seres vivos y concretiza el paraíso terrestre.
Nunca debemos olvidar la grandiosa fuerza del amor, y su fantástico poder de concretizar la felicidad. El amor ablanda la mente de las personas, restablece la armonía y proporciona paz al mundo. Cuando hay carencia de amor, surgen sentimientos malos como el odio, la ira, la desconfianza, el interés y otros. Si, eventualmente, alguno de esos sentimientos malos ensombrece su mente, no lo manifieste en palabras o actos. Siéntese en un lugar silencioso y mentalice varias veces: “Soy hijo de Dios. El Amor de Dios fluye hacia mí y llena mi corazón. Quien ama no censura ni odia a nadie, es bondadoso y amable, busca comprender al otro colocándose en su lugar.” Repitiendo mentalmente estas palabras, despierte el Amor de Dios que está presente en su interior. Cuando usted despierte ese Amor y sea capaz de ver a los demás guiados por la bondad de Dios, ellos también harán lo mismo. Así, desaparecerán las vibraciones mentales de odio, ira, desconfianza, etc. Y será restablecida la relación armoniosa basada en el amor y en la comprensión de ambas partes.
Del libro Meditando sobre la vida
Masaharu Taniguchi