Palabras de Sabiduría

“… las personas que se dedican a emprendimientos que tienen como objetivo un gran público, deben tener la sensibilidad de captar los cambios de la época, si no lo hacen, no lograrán acompañar el avance de los tiempos.”


Cuando concluimos un trabajo que proporciona alegría y satisfacción, tanto a nosotros mismos como a los otros, nosotros oímos, en el fondo de nuestro ser, las palabras de gratitud y de alabanza que nos son dirigidas por la "Gran Vida" (que es "Dios”, el "Ser Supremo", la "Vida que une y vivifica a toda la humanidad").

“Bienaventurados los que escuchan siempre esas palabras de gratitud y alabanza, pues ellos alcanzaran la paz espiritual infinita, proveniente de su armonía con la "Gran Vida Infinita que une a toda la humanidad".A medida que nos vamos desarrollando espiritualmente y nos vamos habituando a oír las palabras de gratitud y elogio dirigidas a nosotros por la "Gran Vida", gradualmente vamos dejando de sentir atracción por los placeres pertenecientes al plano material y carnal. Y finalmente nos volvemos capaces de practicar, con alegría genuina y sincera, los buenos actos que en un principio practicábamos de modo forzado, dominando los sentimientos egoístas, porque considerábamos un "deber" servir al prójimo. Cuando nuestro desarrollo espiritual llega a ese nivel, no necesitamos reprimir los sentimientos egoístas para practicar buenos actos. Al alcanzar un elevado desarrollo espiritual, todos los deseos pasan a manifestarse en conformidad con la voluntad de la "Gran Vida Universal". Entonces nuestros actos pasaran a servir al propósito del bien, sin que necesitemos hacer un esfuerzo consciente en ese sentido. Todos los actos que practicamos estarán en perfecta sintonía con la "Gran Vida Universal". En otras palabras, todo lo que hacemos estará en conformidad con la voluntad de Dios. Hacer la voluntad de Dios es amar la "Gran Vida Universal" (es decir, Dios), es volverse capaz de servir a ella espontáneamente.

Mientras nuestro desarrollo espiritual sea insuficiente, nosotros amamos solo a determinadas personas y cosas. Amamos a un hombre, a una mujer, a un trabajo, a un objeto... Pero cuando alcanzamos un alto nivel de desarrollo espiritual, nuestro amor deja de restringirse a determinadas personas y cosas y pasa a dirigirse a la "Gran Vida Universal". Servir a esa Gran Vida constituye nuestra mayor alegría. Es el regocijo de la Gran Vida Universal, sus "palabras" de elogio, reflejan en nuestra alma como un espejo, y la paz espiritual es el regocijo que entonces experimentamos, es algo infinitamente profundo, amplio, sublime... Todavía, aún después de haber alcanzado ese elevado grado espiritual, en ocasiones podemos "caer" y servir apenas a nuestra "Vida individual", en vez de servir a la "Gran Vida Universal". Si eso ocurre, la sublime alegría del alma desaparecerá. Cómo lamentamos cuando perdemos la sublime alegría del alma después de haberla experimentado una vez! Nuestra alma llora, y llorando se esfuerza para volver al "modo de vivir" que consiste en servir a la "Gran Vida Universal". Nuevamente pasamos a caminar, vivir y progresar junto con la "Gran Vida Universal", y finalmente reencontramos la sublime alegría del alma, que habíamos perdido. Esa alegría, que en un principio se hace sentir de un modo suave y sereno, gradualmente va aumentando su dulzura y profundidad. Entonces, nos sentimos arrebatados por la intensidad de esa alegría. Y comprendemos que la "Gran Vida del Universo" nos impulsa hacia el camino del deber con el único intento de darnos la oportunidad de experimentar esa alegría profunda. Además, a esa altura ya deja de existir, para nosotros, el "camino del deber"; existe solo el "camino", el "camino de la Vida". El rígido sentido del deber desaparece de nuestra mente. Pasamos, entonces, a amar la Vida y a vivir en conformidad con ella.

Entonces, la visión del mundo se transforma completamente. Esto como consecuencia de la completa transformación que se da en nuestra propia mente. En un principio nos abandonamos al placer de las alegrías pertenecientes al plano "carnal" y "material", y optamos, con gran esfuerzo, por las alegrías pertenecientes al plano espiritual. Pero después que conseguimos abandonar realmente las alegrías pertenecientes al plano "carnal" y "material", comenzamos a sentir que el mundo entero está dirigiendo a nosotros canciones de alabanza. Y constatamos, con sorpresa, que todas aquellas alegrías que habíamos abandonado retornan a nosotros con "colores" mucho más vívidos que antes. La tierra, el aire, la casa, el padre, la madre, los hermanos, los otros -- todo, en fin, comienza a parecer satisfecho con nosotros, y, al mismo tiempo, comenzamos a creer que todo existe para proporcionarnos alegría. Esto es comparable al hecho de que el Sol brilla para alegrar a todos los seres vivos y estos, recibiendo sus bendecidos rayos, crecen y se transforman en mil formas de bellos colores, para alegrar al proprio Sol.

Todos aquellos que ya se comprometieron a renunciar a sus propias alegrías en nombre del deber y de la obligación, pronto verán esas alegrías retornando en forma de una gran alegría, mayor que cualquier placer material. Verán que la "Alegría de la Gran Vida Universal" se tornó su alegría!

El rígido "sentido del deber" no pasa de ser un "profesor" que nos disciplina y guía hasta que nuestra alma despierte para la alegría de la "Gran Vida Universal". A medida que vamos repitiendo -- aunque a disgusto -- el entrenamiento para renunciar a nuestras alegrías egoístas, bajo la dura disciplina de ese profesor llamado "sentido del deber", poco a poco nuestra alma se va desarrollando, elevándose, hasta que finalmente concluimos el curso de esa "escuela de obligaciones", y recibimos el certificado de "Alegría de la Gran Vida Universal" – es decir, de "alegría del Amor". Del mismo modo que los tallos de ciruelo germinan, crecen y hacen brotar lindas flores enfrentando los gélidos vientos del invierno, nuestra vida también hace brotar una linda flor llamada "Alegría de la Gran Vida Universal" (es decir "Amor"), después de pasar por el "invierno" de duras obligaciones.Las "obligaciones" pesan sobre nuestros hombros, mientras que el "amor" torna leves nuestros pasos y llena de alegría nuestros corazones, como suaves brisas de la primavera. Pero, al menos una vez en la vida, debemos cargar (aún contra nuestra voluntad) el pesado fardo de la "obligación" y proseguir con dignidad y coraje la jornada de nuestra vida, renunciando a todas las alegrías egoístas. Cuanto mayores sean la seriedad y el fervor con que aceptamos esa marcha, más de prisa alcanzamos la alegría del amor (al prójimo) -- la "Alegría de la Gran Vida Universal".

Por lo tanto, querido lector, no huya de sus obligaciones. Si vivimos huyendo de las obligaciones, o hacemos nuestras obligaciones con mala voluntad, nunca llegaremos a concluir el curso en la "Escuela de las Obligaciones" de esta vida, y no podremos recibir el certificado de "Regocijo de la Gran Vida Universal". Seremos como estudiantes que nunca consiguen terminar su curso porque estudian con mala voluntad las materias escolares, y viven escapando de las clases. Si enfrentan decididamente las materias escolares, ellos se interesarían por ellas y lograrían graduarse pronto. Las obligaciones dejan de ser obligaciones y se transforman en fuente de una dulce alegría del alma, cuando las enfrentamos con determinación y buena voluntad. "Seicho-no-Ie" es la morada de las personas que gozan constantemente de esa dulce alegría del alma. Por lo tanto, para que su hogar se torne realmente Seicho-no-Ie (Hogar del Progreso Infinito), usted debe enfrentar sus obligaciones con la máxima presteza, buena voluntad y coraje, y transformarlas en fuente de alegría.

"No hay satisfacción mayor que aquella que sentimos cuando proporcionamos alegría a los demás" -- son las palabras que usted debe mantener siempre como precepto que dirige a su vida. Anímese a sí mismo, mentalizando o leyendo constantemente estas palabras. Imagine la desolación del alma de una persona que sufre, cuando cae en desagrado de los demás por haber insistido en mantener una actitud egoísta. Esa desolación del alma no es otra cosa sino el sentimiento de profunda soledad provocado por la constatación de que su modo de actuar no fue apoyado por la "Gran Vida Universal". Bienaventurados los que mantienen siempre la disciplina y la concentración espiritual tan grandes que los impulsa a sentir tal sentimiento de soledad, y tienen su modo de vivir aceptado y bendecido por la "Gran Vida Universal". Cuando se adopta ese modo de vivir, la fría apariencia llamada "obligación" cambia repentinamente de aspecto y se transforma en amor.

El Amor es la "vibración" que la "Gran Vida Universal" provoca al manifestarse concretamente. Donde hay amor, infaliblemente se manifiesta la fuerza infinita de esa "Gran Vida Universal". Es porque las personas que trabajan por amor nunca quedan cansadas. Es porque el trabajo hecho con amor genera obras primas que contienen el alma del autor. En verdad, el amor es la fuente de la Sabiduría, de las buenas ideas, de la inspiración y de la fuerza! Es en esa fuente que nosotros, contrario de nuestro cuerpo carnal lleno de limitaciones, conseguimos llenarnos de sabiduría, fuerza y alegrías ilimitadas.

Por lo tanto, vamos a cumplir nuestras obligaciones con alegría! Vamos a enfrentar las obligaciones, "agarrándolas" decididamente y transformarlas en "trabajo hecho con amor".

"Juntando nuestro cuerpo al cuerpo del adversario, podemos tomarlo y lanzarlo al suelo fácilmente" -- es la Sabiduría de los expertos judocas. Se Puede decir lo mismo con respecto a las "obligaciones": cuanto más nos aproximamos a ellas (es decir, con mayor buena voluntad las asumimos), más leves y fáciles ellas se tornan; y cuanto más intentamos apartarnos de ellas, más pesadas y difíciles ellas quedan. Actuar como si estuviésemos persiguiendo las obligaciones (y no huir de ellas) -- así es el alegre "modo de vivir de Seicho-no-Ie".


(Del libro 'La Verdad de la Vida', vol.7)

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La Sagrada búsqueda y la peregrinación

De este modo, la humanidad inicia la sagrada búsqueda de Dios y la peregrinación para ir a Su encuentro. Algunos Lo descubren en el budismo, con el nombre de buda; otros en los actos de caridad y en el amor al prójimo, con el nombre de misericordia; otros Lo descubren en la iglesia e intentan entrar en contacto con Él por medio de oraciones hechas en ese recinto. En tanto, existen sectas religiosas en que la fe en Dios o en Buda se distorsiona debido a la influencia de la mente estrecha, exclusivista y dominadora de algunos padres, pastores o monjes que intimidan a los adeptos con palabras tales como: "Si abandonan esta iglesia (o este templo) podrán sucederles terribles desgracias como castigo de Dios (o Buda)". Así, los adeptos de esas sectas, en lugar de encontrar al Dios verdadero, son aprisionados por un "Dios amenazador" y terminan perdiendo la libertad. El Dios verdadero jamás intimida al hombre con amenazas y castigos. Si la persona cree en el castigo o en la venganza de Dios, es porque escogió mal el camino en la búsqueda de Dios.

(Taniguchi, Masaharu; Vivir Junto con Dios, Pág. 47).

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